miércoles, 21 de diciembre de 2016

Somos Tom y Jerry

Tom y Jerry, la legendaria pareja del gato y el ratón creada allá por los lejanísimos años ´40 del siglo pasado se convirtieron casi sin querer en una buena escusa para entretenidas e interesantes charlas y juegos entre mi hija y yo. Desde que tengo memoria fueron y son de mis dibujos animados favoritos. Quizás junto a Silvestre y el menos famoso Super Ratón.


La cuestión es la siguiente: por esas cosas inexplicables de la vida (bueno en realidad es una simple y entendible coincidencia) mi hija, Fiorella, se hizo fanática de Tom y Jerry...
Un día me dice: Papá jugamos a Tom y Jerry? le digo...bueno, dale! El juego consistía en que yo (Tom) la corría y perseguía por toda la casa, ella era "Jerry".
Así varios días, semanas con lo mismo: Papá, jugamos a Tom y Jerry? Y allí comenzaba a correr de acá para allá matándose de risa.
Pero poco a poco nuestro juego fue digamos "evolucionando". De las corridas casi sin sentido pasamos a dialogar como los personajes. Si...ya sé, Tom y Jerry no hablan (salvo algún que otro episodio en que balbucean algunas palabras), pero nosotros comenzamos a hablar (siempre como si fuéramos los personajes) y allí una nueva dimensión adquirió nuestro juego. Hablamos casi de todo, por ahí ella me pregunta: Tom tu tienes papá y mamá? Como se llaman? Y yo le digo el nombre de mis (imaginarios) Papás. Tu tienes hermanos Tom? Tom, tu tienes juguetes?
Y así es cada vez que somos Tom y Jerry.
Hace varias semanas o quizás meses que yo soy el gato y ella el pequeño ratón. Pero ya no corremos, ahora hablamos, y mucho.
Hace unos días, en medio de nuestros diálogos lúdicos, y charlando de cosas casi banales, Jerry me pregunta: Tom, por que no eres feliz?


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